Aquí estamos nosotros

los ilegitimos
hijos de la posmodernidad
nosotros.

Los fantasmas de países desangrados
paridos día a día a la intemperie
nosotros.

A los que les vaciaron los bolsillos
los que nunca tuvieron nada
los de la esperanza envenenada
nosotros.

Los desechables y miserables      nosotros.

Nosotros los eternos janitors
del primer mundo
los del medio tiempo
o de plano sin empleo
haciendo fila para el welfare
mientras dos ojos poderosos
nos recriminan la existencia
desde la ventana.

Los ilegales       nosotros
los drogadictos y drug dealers
nosotros.

Los abiertamente retadores
los que no agachan la cabeza
los mal hablados
los borrachos y mal vistos
los peligrosos
sin un centavo entre la bolsa        nosotros.

Los que se mueren por llegar al norte
de hambre    de sed      a golpes
de un balazo ahogados      de cansancio
nosotros.

Los que no tienen madre
ni padre    ni patria
ni casa     ni silla para sentarse
eternamente de pie
nosotros.

The little bastards
que destruyen todo         nosotros.

Los expulsados de todas partes        nosotros.

Los que no tienen derechos
los que no tienen familia
los que no tienen una tumba
y somos cadáveres vivientes
nosotros.

A los que se pateó el trasero
con bota militar local y extranjera
que incesante repetía:
hijo de puta hijo de puta
muere hijo de puta.

Y ahora que todo se derrumba en las raíces
nos quieren monjes dominicos
hermanas de una caridad que nunca conocimos.

Nosotros los mal vistos
por las buenas gentes
la presa destinada al sacrificio
el chivo expiatorio        nosotros.

Los débiles    raquíticos
los de la presencia incómoda

los que nunca somos invitados
al gran opening de la humanidad
los que siempre nos quedamos
fuera del banquete
los que miramos todo
y no compramos nada
y rondamos todo mall
como incesantes palomillas.

Los sinvergüenzas descarados
los siempre refugiados
los que no somos confiables
los que no somos capaces
por nuestro color y nuestro acento
nosotros

nosotros

nosotros

nosotros

nosotros

mil veces nosotros.

Aquí estamos nosotros.

Los hijos fugitivos de nuestros días
paridos y amamantados
por la corrupción política y la dorada plusvalía.

Nosotros
los que no se atienen a fronteras
los buscadores de EL DORADO
Indiana Jones con defectuosa brújula
señalando sin miramientos hacia el norte.

Los que nos bajamos los calzones
nosotros.

Digámoslo a toda voz:
traemos el alma violada por el siglo veinte
y por todos los siglos anteriores
hasta contar a cinco.

Expiamos una culpa que nunca cometimos
terrible subdesarrollo espiritual del primer mundo.

Somos de esta fábrica globalizadora
el resto inservible.

Los muertos de hambre      siempre
los que llenamos las cárceles
y las primeras planas de los diarios.

Fuimos la víctima y sólo después el victimario.

Somos un respiro que apenas se levanta
que quiere cantar una bella canción desconocida.

Somos ahora el excremento
mañana seremos un comienzo
luna nueva       sol de la madrugada
un punto luminoso
una esperanza válida
una paz que no sea mentira.

Nos llega el día al corazón de repente
y todo se ilumina.

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Poema incluido en el libro Todos los Silencios
Autor: Julio C. Palencia