Julio C. Palencia
Fue una sola primavera y muchos los inviernos.
Pasó el viento
pasaron la lluvia y las noches solitarias
respiró el aire de otras ciudades
tuvo otros amores.
Vivió todo y todo lo perdió
en los pasillos deshabitados de su memoria.
Sólo el dolor se quedó
seco, sordo, definitivo,
para siempre anidado en su alma.
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