Julio C. Palencia
Más allá de la frontera de la piel
–digo, hacia adentro–
caminas a tientas
recorres la ignorada orilla de ti mismo.
No te detengas en la letra
la víscera, el acento
la coma, el gesto
busca la arena cárdena
del corazón
líquido reloj líquido
tea que ilumina
con su golpe de músculo
los minutos
y aleja –a veces–
la penumbra que se pega
como suciedad de cocina
en las pupilas.
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